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Roberto Benito Oswaldo De Ernesto González And Society, más conocido como Rober B.O.D.E.G.A.S., es un afable y rechoncho hijo pródigo de la tierra gallega, ahora instalado en la estepa castellana, máximo exponente de la retranca gallega.
Rober ya apuntaba maneras desde su nacimiento, se dice que nació del vientre de su padre un día que este tenía diarrea.
Era un bebé muy observador, pero no observador de mirar cosas sino observador tipo bebé, es decir chupobservador. Los muebles de su casa estaban cubiertos por una pequeña película de babas fruto de la incansable curiosidad que lleva a todo bebé a meterse las cosas en la boca. Pero no solo se metía los armarios empotrados, también el Telefunken, el Telesketch, el Don Simón, los pezones de sus progenitores (indistintamente de sexo), las bombillas de wolframio, los enchufes con dibujos de temibles conejitos, la alcachofa de la ducha…
Antes de llegar a los 19 meses Rober ya conocía el sabor de los 55 m² de su casa y de los 30 de la cuadra de cerdos que tenían.
Con 3 años y medio, harto de marcar su territorio a salivazos (defendiéndose de los intentos de conquista de su perro Rikis) consiguió salir por primera vez de su casa y conocer el mundo exterior. En realidad, decir esto es igual de optimista que decir que Colón descubrió América porque al igual que él se trató de un accidente; se bebió medio litro de Norit.
Tras este hecho, ante él se abrió un mundo nuevo, lleno de drogas blandas y hurtos menores los cojones.
Poco a poco empezó a salir con sus amigos del cole por Carballo y su creciente superpoblación de coches ajenos.
A pesar de su infancia cargada de gallifantes y cinexines, durante mucho tiempo fue infeliz, hasta que empezó a vivir con su abuela y dejó de desayunar leche semidesnatada para empezar a desayunar orujo. A pesar de su pronto abandono de la leche semidesnatada (8 años) este maléfico brebaje ya había surtido efecto de modo irreversible en el cuerpo de Rober, dotándole de esa semigordura característica.
En el colegio sacaba buenas notas, a pesar de que muchos David Hasselhoff.
Con la revolución hormonal el fornido cuerpo gallego de Rober comenzó a llenarse de pústulas y granos, especialmente su espalda, además de sufrir la invasión de Chewaka y los wookies, que se instalaron en su culo, principalmente. El instituto supuso un cambio de aires, una nueva oportunidad de caerle mal a todos sus profesores y como Roberto Benito Oswaldo De Ernesto González And Society nunca ha malgastado una oportunidad se convirtió en el chaval marginado por compañeros y alumnos, a excepción del profesor de lengua castellana y la de filosofía.
Por otra parte, empezó a trabajar, como repartidor de pizzas. Su incursión laboral creó una rotura en el continuo espacio tiempo, puesto que entregaba las pizzas en un tiempo récord, el problema era que se las entregaba a su estomago. Como consecuencia fue despedido, pero poco después encontró trabajo en un supermercado.
A las tres horas de comenzar en su nuevo trabajo, Rober Bodegas apareció tumbado en el pasillo de los yogures y echando espuma por la boca. Aunque la primera idea de los jefes era despedirlo por echarse la siesta en horas de trabajo y robar, desistieron al ver que no respondía y llamaron al hospital.
En aquel momento, Rober murió, o al menos eso es lo que dicen importantes analistas e historicistas como Sachez Dragó. Interpretando más a fondo sus palabras, puede que se trate de una forma de hablar que indique que este muchacho alcanzó muy pronto la madurez, anomalía presente en 1 de cada 1.000.000.000 x 10(9) personas en el mundo. [1]
Tras cinco días de incalculable estrés a las espaldas de sus padres, Rober despertó del coma.
Su padre, que se estaba acabando una Estrella rápidamente se abalanzó sobre su hijo, arrasando con todo lo que encontraba en su trayectoria curvilínea, y abrazó, achuchó besó y humilló a su hijo debido a su gran amor por su hijo la fase amorosa de todo borracho.
La impasividad de Rober ante las importantes muestras de afecto de sus progenitores durante los restantes días que pasó en el hospital mostraron que se volvió mucho más frío y distante.
A las preguntas respecto del incidente que lo llevaron al hospital no contestaba o lo hacía mirando a ningún lado y al más puro estilo gallego.
Una vez recibida en alta médica regresó al hogar con sus padres, pero la convivencia se hizo extrañamente imposible (empezó a aficionarse al exhibicionismo) máxime con la pérdida de pudor de Rober hasta que un psiquiatra profesional le diagnosticó un shock transcendental y emocional, debido al supuesto ataque mortal capitaneado por los yogures de beber que le habían inducido el coma.[2]
Como consecuencia, Rober ingresó en un psiquiátrico.
La convivencia con sus seis paredes acolchadas se hizo insoportable.
Los efusivos recuerdos de los productos lácteos torturándolo eran constantes y Rober comenzó a masturbarse para poder liberar las tensiones de dichos sueños.
La depresión tardó poco en poseerle y comenzaron sus intentos de suicidio, rápidamente detenidos a la hora de la comida.
Todo comenzó a mejorar a los 8 meses, cuando entabló un idilio postal con Raúl Cimas. Tras más de un año de desahogo epistolar (en servilletas escritas con el ketchup del manicomio), Bodegas abandonó el manicomio recuperado.
El manicomio despertó en Rober la vena escritora. Se pasaba el día escribiendo, mientras comía, mientras bebía, mientras robaba, mientras comía, mientras jugaba, mientras comía, mientras escribía, mientras dormía…
En un año acabó todos sus estudios secundarios (dejados a medias por culpa de su salud mental). Su inteligencia comenzó a hiperdesarrollarse.
Se presentó a la selectividad y sacó un 8.[3]
Posteriormente decidió estudiar arquitectura en A Coruña y su imbecilidad volvió a él tal y como el golpe de una maqueta lanzada al suelo por un profesor de proyectos.
La ilusión universitaria le duró lo que duró el día de presentación.
Pero tras un duro año decidió retomar su rutina escritora y volvió a pasarse el día escribiendo, mientras comía, mientras bebía, mientras robaba, mientras comía, mientras jugaba , mientras comía, mientras escribía, mientras dormía[4]…
Dos años resistió y, coincidiendo con la apertura de la Factoría Toría Toría decidió cambiarse al interiorismo, mucho más flexible y relajado.
En su primer día en la Factoría Toría Toría tuvo una revelación. Eran las 04:00, la hora de las lentas y Rober, mientras el resto se hallaba en la pista, bailando las lentas, se quedó solo en la barra, lugar perfecto para una revelación acompañada de un ron con cocacola Las lentas son una mierda.
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